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viernes, 18 de abril de 2014

Uno de los grandes de la Literatura universal

La última novela que leí de Gabo fue Memoria de mis putas tristes y con esa novela quiero comenzar mi pequeño homenaje a este ilustre caballero de la literatura universal que nos ha dejado, Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura.

En unos de sus párrafos, decía hablando de la edad de su personaje, un anciano de noventa años que decide regalarse una noche de amor: "Nunca he pensado en la edad como en una gotera en el techo que le indica a uno la cantidad de vida que le va quedando. […] los senos recién nacidos parecían todavía de niño varón pero se veían urgidos por una energía secreta a punto de reventar. […] los labios intensos. Pensé: Un tierno toro de lidia. […] No había cambiado de posición cuando apagué la luz, a la una de la madrugada, y su respiración era tan tenue que le tomé el pulso para sentirla viva. La sangre circulaba por sus venas con la fluidez de una canción que se ramifica hasta los ámbitos más recónditos de su cuerpo y volvía al corazón purificada por el amor. "


Unas descripciones que te sumergen en sus historias y te transportan a ese realismo del maestro de la literatura donde confluyen la prosa y la poesía en sus descripciones. A los que nos gusta escribir tenemos mucho que aprender de este maestro universal de la literatura. Cuando se trata del amor en la novela citada anteriormente, entre otras decía: "[...] porque el amor me enseñó demasiado tarde que uno se arregla para alguien, se viste y se perfuma para alguien, y yo nunca había tenido para quién."¿Cuántas veces tenemos ese pensamiento?

Y hablando de amor, decía Gabo en su novela Del Amor y otros demonios ya casi al final: "[...] Él se paseó por su piel con la yema de los dedos, sin tocarla apenas, y vivió por primera vez el prodigio de sentirse en otro cuerpo... [...] se cantaban al oído, se revolcaban en cenagales de deseo hasta el límite de sus fuerzas; exhaustos pero vírgenes." ¡Qué pinceladas magistrales en las narraciones! Se le ponen a uno los pelos de punta y otras cosas.

Decía en su obra maestra, Cien años de soledad en los primeros capítulos: "[...] Somos tan pacíficos que ni siquiera nos hemos muerto de muerte natural. [...]Don Apolinar Moscote se había puesto un saco de dril, blanco como sus pantalones, sin perder en ningún momento la purea de sus ademanes.Colombiano, maestro de maestros, Gabriel García Márquez, emplea un lenguaje rico, llano, del pueblo: "[...] peces azucarados que dos veces al día salían de la casa ensartados en palo de balso."

Es tanto lo que se podría escribir de él, que el mejor recuerdo es leer sus novelas, sus historias y adentrarse en sus personajes a través de la apasionante narración de quien nos ha dejado en cuerpo pero no en alma.


Descanse en paz, maestro universal de la literatura.

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