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martes, 27 de agosto de 2013

Antonio Machado, nuestro poeta universal

Hace unos días estuve en Collioure (Francia). Un pueblo a orillas del Mediterráneo que rebosa encanto: con su viejo castillo presidiendo la población, sus pequeñas playas con turistas bañándose y paseando disfrutando de las vistas, haciéndose fotografías por todas partes; el olor del mar embriagándonos; entre sol y sombra un grupo de vecinos jugando a la petanca. Pero Collioure guarda en las entrañas de su cementerio un tesoro: los restos de Antonio Machado, de nuestro poeta, del poeta universal.




La visita al cementerio me impresionó. Me emocionó estar en aquel lugar. Nada más entrar en el cementerio a primera vista destaca su tumba, sencilla, donde descansan en paz sus restos. Una bandera republicana, algunos objetos recordando al poeta y un sencillo buzón para depositar cartas, palabras escritas, reflexiones o poemas… Un lugar lleno de encanto a pesar de la tristeza que rodea la muerte, a pesar de la ausencia del ser querido.


Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla. Fue el segundo de tres hermanos de una familia de ideología liberal. Dejó un gran legado dentro del Modernismo español y formó parte de la denominada Generación del 98, siendo elegido miembro de número de la Real Academia española. Con el estallido de la Guerra Civil marchó a Valencia. En 1.937 publicó su última obra, La guerra. Con la derrota del ejército republicano en 1939 huyó de España pasando por Barcelona. Se exilió en Collioure (Francia).

El 22 de febrero de 1939 murió el poeta y tres días después su madre. En su bolsillo se encontró este verso: “Estos días azules y este sol de la infancia”

Sirvan estas palabras para rendir un sentido homenaje al poeta Antonio Machado

Caminante no hay camino (Antonio Machado)


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.




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