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jueves, 6 de noviembre de 2014

La casta de la jerarquía política


Esta mañana retomaba la lectura del libro de Gary Hamel, “Lo que ahora importa”. Me ha servido para reflexionar sobre algunos aspectos de la vida política de este país y me viene que ni anillo al dedo algunos de los comentarios que hace uno de los gurús del management más influyentes del mundo.

En sus primeras páginas nos muestra cuales son en su opinión las cuestiones fundamentales que van a determinar, si una organización prospera o se hunde en los próximos años. Señala Hamel que son las siguientes: valores, innovación, adaptabilidad, pasión e ideología. Me voy a detener en la última de las cuestiones, la ideología.

Una organización nunca prosperará a menos que sea totalmente humana. Dejando de lado la retórica del mensaje nos vamos a fijar en la esencia del mismo. Toda organización (especialmente las de índole político) es necesario que, como indica Hamel, tengan una ideología que acabe con la jerarquía de arriba hacia abajo. No cabe dar poderes a unos pocos mientras se desautoriza a la mayoría. Ejemplos de lo que estoy diciendo en los partidos políticos en nuestro país sobran.

¿Se puede combatir esa burocratización enquistada del aparato de los partidos políticos? ¿Se puede conferir poderes a muchos sin desautorizar a una minoría? En estos momentos no se puede, que no quiere decir que no se deba. A esa minoría que tiene el poder- llámese casta organizativa – no le va a gustar perder la hegemonía dentro de la organización. ¿Por qué no se puede?

Esa casta organizativa se basa en el principio de la imposibilidad. ¿Qué quiere decir?: Es imposible que la organización funcione sin nosotros. Ahora bien, se han ido dando pequeños pasos: se ha elogiado el empoderamiento y alentando a los miembros de la organización para que hicieran posible que se les oyera. Sin embargo, salvo excepciones más bien a la izquierda, no se les ha permitido que elijan a sus propios líderes. También es cierto que no se ha destronado esa jerarquía de la gestión, en pro de una mayor participación.

De cara al futuro, la gestión de toda organización, compartiendo lo que dice Hamel, no pasa por un control de arriba hacia abajo, no pasa por un “gest@r” que siente la necesidad de controlar y hace valer su autoridad; sino que el control más bien se debe imponer “porque en ese momento particular, en esa cuestión específica, merecerá imponerse”. Un control que tomará aquell@s que dispongan de la suficiente información “sean suficientemente apasionados en relación con el propósito de la organización y tengan la libertad de hacer lo correcto”.

No se puede construir una organización pensando en el futuro, alrededor de una ideología, cuando tiene entre sus principios preventivos y estructurales, los poderes otorgados a unos pocos mientras se desautoriza a la gran mayoría.

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