
El otro día hacía unas declaraciones el Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, en el encuentro “Diáspora latinoamericana en España: retos para la integración económica y social”, que se celebró en la Casa de América de Madrid; en la que decía entre otras que los recursos procedentes de las remesas que los inmigrantes residentes en nuestro País envían a sus países de origen son “un instrumento relevante para la financiación de proyectos de desarrollo”; y más adelante Caldera afirmaba que además de ese apoyo importantísimo a sus familias y sus propios países de origen contribuye enormemente a “nuestro propio crecimiento y desarrollo económico”.