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viernes, 6 de abril de 2012

Reflexiones sobre el desempleo en España (1ª parte)


Cada vez que releo el libro Hay Alternativas.Propuestas para crear empleo y bienestar social en España (Editorial Sequitur, Attac, 2012) me sorprendo más. A veces pienso que si estuviera a la venta en comprimidos se podrían repartir para que el ciudadano aprendiera a reflexionar y a tener otra visión de los acontecimientos que están sucediendo en estos momentos en nuestro país. Leyendo este libro, al menos conocerían las brillantes ideas de los catedráticos autores del libro: Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón. Es la séptima edición de este magnífico libro y pienso que no se será la última.
Cada capítulo de este libro encierra un conjunto de ideas bien argumentadas sobre la crisis económica y financiera; desde sus orígenes hasta la época actual, tanto a nivel internacional como en nuestro país; señalando que las medidas que se están tomando son erróneas y proponiendo un compendio de soluciones. 

La lectura de este libro me confirma que España se tambalea cada vez más y que se encuentra hundida en una encrucijada bajo el yugo del partido popular que ostenta desde las últimas elecciones la mayoría absoluta que le permite gobernar a sus anchas. Las cosas no se están haciendo bien. Se están haciendo mal, muy mal; peor no se podría hacer. Según los autores de este libro, se puede en todo caso dejar de hacer y mirar a otro lado, como en algunos casos se hizo durante el gobierno socialista de Zapatero en su última etapa.

Dejando de lado los aspectos internacionales de esta crisis y centrándose en España, comentan los autores que entre las políticas y condiciones macroeconómicas que han sido claramente negativas y que sin embargo se han aplicado se encuentra el privilegio de las rentas financieras que “ha absorbido recursos de la actividad productiva”. También es claramente negativo el predominio de llevar a cabo, sin piedad, una política deflacionista dirigida a reducir salarios y gastos en lo público, provocando que el ciudadano disminuya su consumo y perjudique, de esta manera, a la pequeña y mediana empresa. Es más que obvio que si me reducen el salario y por supuesto me despiden y me quedo sin trabajo, voy a consumir menos, voy a gastar menos, no voy a ir a las tiendas a comprar, solo lo justo y necesario. ¿A quién perjudica esta acción? Sobre todo al pequeño comercio.

También destacan los autores de esta obra entre las políticas mal aplicadas por el gobierno de la nación, la reducción del gasto social impidiendo con ello la creación de puestos de trabajo en los servicios relacionados con el bienestar; el aumento del poder de las grandes empresas en el mercado, perjudicando a las PYMES (pequeñas y medianas empresas) auténticas creadoras de empleo en este país. 

Los alemanes, por el contrario, en época de crisis, para evitar la destrucción masiva de puestos de trabajo han fomentado la reducción del tiempo real del trabajo para repartirlo entre todos los trabajadores. 

Es evidente que el mayor o menor volumen de empleo de un país está estrechamente relacionado con su modelo productivo, con el ámbito donde se destinen los recursos y con las pautas de distribución de la renta. Si nuestro modelo de producción se ha basado en el ladrillo, como hemos podido comprobar durante estos últimos años, no debe extrañarnos el estado actual de nuestra economía tras la crisis de este modelo. Todos conocemos los resultados: despidos masivos en la construcción y en las empresas subsidiarias, desahucios, aumento de las deudas de las familias españolas, pisos y urbanizaciones prácticamente vacíos, etc. En suma, el nivel de empleo y desempleo en la economía de un país no depende solo de circunstancias económicas, sino también de actuaciones políticas de quienes nos gobiernan y aplican una política que estará ligada al poder con una clara “influencia de los distintos grupos sociales a la hora de tomar decisiones sobre el uso de los recursos”. 

Con este planteamiento la patronal, los políticos y economistas neoliberales defienden una distribución de la renta totalmente diferente y contraria a los progresistas: los neoliberales defienden, a costa de lo que sea y como sea, el capital y van contra los sindicatos para reducir su campo de acción y de negociación. Para los neoliberales también llamados neocon (neoconservadores) cuanto menos centralizados estén los convenios colectivos de trabajo más fácil será beneficiar al más fuerte, es decir, a la patronal y a los empresarios. Este trato personalizado entre el empresario y el trabajador no es beneficioso, sino todo lo contrario: es engañoso. Pues es más fácil para el empresario dominar y controlar a un trabajador que no tiene el respaldo de un convenio colectivo al establecer las negociaciones. El empresario ocupa la posición del fuerte frente al trabajador que es el débil y el que va a perder siempre. No quiero decir con esto que todos los empresarios en España actúen de esa manera, pero muchos de ellos se regocijan con esta posibilidad.

El modelo danés

Los políticos neoliberales amparados por los economistas también neoliberales reclaman que se apliquen políticas macroeconómicas que favorecen claramente a los empresarios en la negociación, aplicando sus criterios frente a los trabajadores que, por miedo a perder su puesto de trabajo, las aceptarán. Al final esta política neoliberal desemboca en un incremento del desempleo, como estamos viéndolo ya en estos momentos, con los recortes y la reforma laboral. 

En esta época de recesión, facilitar el despido (abaratar el despido) y aumentar la flexibilidad laboral (jornadas, horario, movilidad, etc.), señalan los profesores Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, que ya se comenzó hacer en época de Zapatero, simplemente facilita el aumento del desempleo y no la creación del mismo, como no están haciendo creer. 

En España, se está siguiendo los pasos del modelo danés, que está de moda: combinar mucha flexibilidad, facilitando el despido para crear empleo. Pero, esta medida funciona solamente cuando hay un elevado crecimiento económico y pleno empleo. En España, ahora mismo, las circunstancias no son las de Dinamarca, sino todo lo contrario: ni tenemos crecimiento económico, ni tenemos pleno empleo. Por ello, no se pueden aplicar estas medidas tan drásticas. 

La llamada flexiseguridad como la danesa, explican en el libro Hay alternativas, Propuestas para crear empleo y bienestar en España, “sólo funciona si el empresario puede despedir con facilidad pero también si los trabajadores tienen una amplia oferta de puestos de trabajo con servicios de formación incluidos, y con un seguro de desempleo elevado que le permita encontrar trabajo de semejante calidad”. 

Por tanto y a modo de resumen, se están aplicando unas políticas y condiciones macroeconómicas negativas para la creación de empleo en España. Porque estas políticas proporcionan: primero, unos privilegios a las rentas financieras que han absorbido los recursos de la actividad productiva provocando además escasez de financiación por parte de los bancos; en segundo lugar, predominio de las políticas deflacionistas encaminadas a reducir salarios y gastos; perjudicando de esta manera sobre todo a las PYMES; en tercer lugar, reducción del gasto social impidiendo la creación de puestos de trabajo; y por último, aumento del poder de las grandes empresas perjudicando nuevamente a las pequeñas empresas y a los autónomos.

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