Me pregunto lo que estará pensando el ciudadano de este país que cada día escucha y ve por los medios de comunicación como el “estado del bienestar” es menos bien estar y más mal estar. Como día a día las palabras corrupción, descalificación, crisis, desempleo, despilfarro, recortes, deuda…están más presentes y con más peso en nuestras vidas.
Mientras todo esto sucede, me pregunto y sigo preguntándome lo que pensarán aquellos que apoyaron con sus votos ese cambio hacia la derecha y por consiguiente estos brutales e incomprensibles recortes sociales. También me pregunto, dónde están los que durante el gobierno socialista salieron a la calle y llenaron las plazas principales de las ciudades: los indignados del 15 M. ¿Dónde están? Acaso se han desvanecido los problemas que planteaban. ¿Ya no hay indignados en este país? Estas son algunas de las preguntas que no dejo de hacerme cada día.
El otro día mientras paseaba por la Ciudad de las Artes y de las Ciencias en Valencia, me senté durante unos instantes a contemplar el esperpento espectáculo de edificios mientras hojeaba uno de mis libros favoritos: “el Arte de la Prudencia”, de Baltasar Gracian (S.XVII) en su aforismo número diecinueve nos adelantaba algunas notas interesantes sobre la creencia imaginaria en los macroproyectos y cuál es su realidad: “no comenzar con demasiada expectación”, dice Gracian. “Es un chasco frecuente ver que todo lo que recibe muchos elogios antes de que ocurra no llegará después a la altura esperada”. ¡Esto me suena mucho y sobre todo en la Comunidad Valenciana¡ “Lo real nunca puede alcanzar a lo imaginado, porque imaginarse las perfecciones es fácil, pero es muy difícil conseguirlas”.
Podemos poner un ejemplo: el Agora, penúltimo empeño de Calatrava en la Ciudad de Artes y de las Ciencias. Un edificio sobrepasando el coste en la friolera de 90 millones de euros. Con ese dinero, por ejemplo, se hubieran puesto en marcha 90 Escuelas Taller para formar a 3.000 jóvenes y contratado a 220 docentes administrativos y técnicos, al tiempo que hubieran aprendido un oficio, tan necesario y demandado por los empresarios valencianos. Me refiero solo al sobrecoste de la Ciudad de las Artes y Ciencias, edificio por cierto, dicho por numerosos expertos, que no sirve para nada. Bueno sí….para decir lo bonita que está Valencia y el turismo que atrae para hacerle fotos, al tiempo que llenar los bolsillos de más de uno.
Continúa diciendo Baltasar Gracian, que “la imaginación se casa con el deseo y siempre concibe mucho mas de de lo que las cosas son. Por grandes que sean las expectativas no basta para satisfacer la idea previa”. En muchas ocasiones nuestra querida alcaldesa de Valencia nos ha restregado a todos los valencianos cuan importante son todos y cada uno de los elementos que constituyen la Ciudad de las Ciencias. Y me sigo preguntando para qué tanta Ciudad de las Ciencias, cuando hay colegios públicos que no tienen ni para pagar la luz, la calefacción, comprar folios, hospitales públicos que están a medio gas por los recortes, faltan brigadas forestales en los veranos, miles de jóvenes en el paro, etc... Pero claro, eso de tener una Ciudad de las Artes y de las Ciencias, en la que precisamente brilla por la ausencia de sus contenidos, solo es un escaparate para los turistas, son como las fallas, bonitas por fuera y vacías por dentro. Es uno de tantos meninfotisme valenciano.
Continua diciendo en su aforismo diecinueve, Baltasar Gracian y reflexionando sobre las expectativas que han ido creando estos políticos valencianos entorno a las grandes obras, “al ilusionar las excelencias con una expectación exorbitante, decepcionan más que admiran. La esperanza es una gran falsificadora de la verdad”. Me estaba acordando del famoso aeropuerto de Castellón, inexistente tan solo en el imaginario de quien lo ideo. Solo el envoltorio, como las grandes obras antes citadas. Precisamente de falsas expectativas se han jactado nuestros políticos. Por lo que “la cordura debe refrenarla, procurando que el disfrute de lo real supere al deseo de lo imaginario”, nos decía Gracian en el siglo XVII.
Para terminar estas reflexiones compartidas, me quedo también con otro de los aforismos de Baltasar Gracian que tanto me gustan, el número 35 y se refiere a “sopesar las cosas”. En este sentido Gracian decía que: “Como no piensan, todos los necios se equivocan: nunca entienden de las cosas la mitad y, como no perciben el daño o la oportunidad, tampoco actúan con rapidez. Algunos hacen mucho caso de lo que importa poco y poco de lo que importa mucho, sospesando siempre al revés” Cada cual que lo entienda como le plazca.
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