Ojeando Imaginem, una revista publicada por el
entonces INEM a finales de los ochenta y principios de los noventa, he
encontrado una entrevista que le hizo Pablo Di Masso al ilustre José Luis Sampedro
en 1990. En esa entrevista, Sampedro desconfiaba de todas aquellas cosas tuteladas
por el estado y las instituciones. Sin embargo, decía igualmente que: “apoyo
todo lo que se haga para ayudar a la gente a que lo haga ella. Es la vieja
historia de… no le deis un pez, enseñadle a pescar”.
Sampedro relacionaba la
artesanía (pasado) y las nuevas tecnologías (futuro) porque “el uso de una
tecnología avanzada satisface muchísimo menos como capacidad creadora que el
uso de una artesanía”. Para Sampedro, el artesano está mucho más en contacto
con la materia, depende mucho más de la habilidad que ha requerido tiempo en
crear…y el hombre necesita crear, ser creado. Cuánta razón tenía y sigue
teniendo Sampedro.
Creo que la Escuela
Taller y Casas de Oficios (Formación y empleo para jóvenes de 16 a 24 años)
proporciona la ilusión de dominar un material y facilita las posibilidades de
creación. Ejemplos de creación les podría poner muchos, como por ejemplo el de
Canet de Mar con un proyecto integral de Helicicultura, crianza en régimen de
cautividad industrial y de manera intensiva de los caracoles terrestres. Este
proyecto fue realizado por jóvenes de una Casa de Oficios de aquella localidad,
en 1989, para montar empresas relacionadas con el sector, que siguen en marcha actualmente.
También les podría contar la experiencia de una escuela taller en pleno centro
de Barcelona, donde se formaron jóvenes
desempleados del Distrito I en oficios de restauración con el propósito de
crear grupos de trabajo en un marco de compromiso y solidaridad con el entorno
social. Estos jóvenes participaron activamente en la rehabilitación del
patrimonio artístico-histórico y de viviendas de grupos sociales desprotegidos.
La Escuela Taller, en
opinión de José Luis Sampedro, tiene un valor añadido frente a otro tipo de
programas. Añadía que la Escuela Taller “reúne a unos jóvenes que si no acuden
a ella están en sitios malsanos, arriesgados”.
Como decía uno de los fundadores de este programa, José María Pérez (Peridis): “hasta una ruina puede ser una
esperanza” y si no que se lo digan a los miles de jóvenes no solo de España
sino de América latina abandonados en su
mayoría por el sistema educativo, que hacían de la calle su proyecto, y que han
aprendido otras formas de relacionarse entre sí y de vivir sin marginalidad;
han aprendido mientras producían, han realizado obras para uso colectivo con
interés social, algunos han vuelto al sistema educativo para completar su
formación básica, y otros se han insertado en el mundo laboral (Maravillas
Rojo).
Son muchas las
iniciativas que se han llevado a cabo desde las Escuelas Taller. Veintiséis
años después de la entrevista a Sampedro sus palabras siguen teniendo vigencia;
sin embargo, en la Comunidad Valenciana desde 2011 no se ha aprobado ninguna
Escuela Taller, como muchas otras comunidades autónomas. Tal vez, como decía
Sampedro porque a esos jóvenes se le da el pez en vez de enseñarles a pescar.
Crear es uno de los baluartes de las Escuelas Taller.
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