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jueves, 19 de mayo de 2011

Los emperadores en la Valentia romana
















Invadieron toda la ciudad con un aire de prepotencia supina. ¡Vamos arrasar la ciudad! vitoreaban a coro toda la masa enarbolando banderas.

El espectáculo estaba servido. Invadieron de autobuses las calles Colón y Gran Vía de Valencia. El centro de la urbe era azul pálido y de gaviotas. El despliegue policial sin precedentes, como si se tratase de una reunión de altos mandatarios o la entrada triunfal de las VI legión de Pompeyo que regresaba de las Galias. Policía local por todos los rincones de la capital. Coches oficiales a docenas con sus respectivos chóferes móviles en mano. Insisto, coches oficiales.



Mientras tanto, la masa coreaba una de sus canciones favoritas: ¡Zapatero dimisión! El tufo de la corrupción lo disimulaban las colonias caras de sus invitados. Los dirigentes políticos alentando la masa encendida que asentía las consignas del desprecio a quienes no tienen su mismo color.

Un hecho sin igual que pasará a los anales de la historia de este país valenciano desquebrajado y perdiendo identidad día a día, con unos políticos neo con y una política de la corrupción que no tienen límites. Lo único que les interesa son sus propios intereses personales, familiares y de sus amigos. Solo sus intereses.

Esa democracia participativa que reclaman miles de manifestantes estos días en la puerta del Sol en Madrid y en distintas ciudades españolas, brilla por su ausencia. Una democracia participativa que desde hace mucho tiempo se ha perdido y que por fin sale a la calle, donde tiene que estar también.

Quiero recoger algunas palabras del filósofo francés Gilles Lipovetsky en su libro “La Cultura – mundo” y habla entre otros del desconcierto actual, en un mundo que ya nadie sabe adónde va, los individuos caen en una espiral de incredulidad y escepticismo avanzado”. Añadiría y preocupante. Como muy bien dice Lipovetsky, “se desconfía de los políticos y de los partidos, que caen en el descrédito”. La incertidumbre es el sentimiento mas común que predomina en el mundo y por estos lares no estamos exentos, todo lo contrario, en la comunidad Valenciana tenemos todos los ingredientes para el escepticismo.

Me gusta mucho un comentario que hace este filósofo francés: “el individuo, cuanto más tiene, incluso cuando tiene demasiado, acaba preguntándose si tiene lo mejor”. Quizás de ahí lo de los trajes del Molt honorable. ¡Quién sabe!

Mientras los mítines se van sucediendo y vitoreando como auténticos emperadores romanos en su Valentia, nos encontramos con un Gobierno en quiebra técnica, un endeudamiento de 17.600 millones de euros, según el cierre del año 2010. Una comunidad autónoma con mayor endeudamiento en relación a su PIB de 13,8 %. Con unas tasas de paro por las nubes, superando la media nacional, 600.000 parados según los datos de la EPA: una de cada cuatro personas con edad de trabajar está en el paro. Teniendo que la generalitat tiene las competencias transferidas hace años en materia de empleo. Una educación por los suelos. Muchos de los alumnos todavía en barracones, mientras que se están llenando las arcas los colegios privados y concertados. Con unas tasas de fracaso escolar por las nubes y por encima de la media europea y de las más altas de España. Todos los informes indican datos negativos y preocupantes.

Por último reproduzco lo que el día 5 de marzo de 2010 colgaba en mi blog recogiendo unas palabras de mi querido y adorado Mario Benedetti:

Como decía mi querido amigo de lecturas Mario Benedetti en su libro La tregua, “hay gente que entiende lo que está pasando, que cree que es absurdo lo que está pasando, pero se limita a lamentarlo”. Quizás tengamos que darle la razón cuando dice que “falta pasión”, comenta Benedetti, en ese gran globo democrático en el que vivimos. “Hace falta pasión y pasión gritada o pensada a los gritos o escrita a los gritos. Hay que gritar en el oído a la gente, ya que su aparente sordera es una especie de autodefensa, de cobarde y malsana autodefensa”.y por último, continuando con este querido escritor de la vida, dice en su libro que hay que lograr despertar en los demás la vergüenza de sí mismos.

No podía dejar estas palabras que escribía Baltasar Gracián (S. XVII) en su aforismo 199: “Para alcanzar la estima de los demás los méritos son el verdadero camino. Hay un atajo: inteligencia con méritos”. ¿Ustedes los ven en esta Comunidad?

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