Estos
días pasados estuve en Aguilar de Campoo (Palencia), cuna de las Escuelas-Taller
en España, programa de empleo y formación, que comenzó con seis en 1985 y a
través del Fondo Social Europeo se llegó a superar los sesenta mil alumnos/as
en 1998 junto con las Casas de Oficios. En 1991 el programa se extendió por
América Latina, el Caribe y posteriormente a África y Asia. Para que se hagan
una idea de 1991 a 2017 se crearon Escuela-Taller en 24 países, 290 proyectos y
participaron 37.091 jóvenes.
El
motivo de la visita ha sido recabar información para mi tesis doctoral. Tras la
entrevista realizada a Jaime Nuño, director del Centro de Estudios del Románico,
de la Fundación Santa María La Real, sigue en mi mente las siguientes
preguntas: ¿Qué hubiera sido del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de
España sin la intervención de las Escuelas-Taller? o ¿el Monasterio de Santa María
La Real, que estaba en ruinas, ahora estaría restaurado? o ¿qué hubiera sido de
las miles de piezas valiosas de nuestro Patrimonio Mueble (cuadros, tapices, muebles,
instrumentos musicales, etc.), si no hubieran sido restauradas por las Escuelas-Taller?
Seguramente, seguirían abandonadas o destruidas en sótanos o rincones de
edificios públicos. Actualmente y gracias a la actuación de miles de jóvenes en
todo el territorio nacional esos monumentos que se encontraban en ruinas están
en pie. Se pueden visitar o se han convertido en sede de edificios públicos, algunos
de ellos relacionados con la formación, el empleo y el desarrollo local.
Otra
pregunta que cabe plantearse y no menos importante es la siguiente: ¿Qué
hubiera sido de esos miles de jóvenes, sin apenas estudios básicos, si no
hubieran participado en una Escuela-Taller? Seguramente no habrían salido de la
fila del desempleo durante años. Sin embargo, gracias a las Escuelas-Taller, pudieron
acceder a su primer empleo e incluso se dieron de alta como autónomos y crearon
su propia empresa. Otros jóvenes, por su parte, retomaron los estudios
abandonados preparándose de este modo para su inserción laboral. Estando en la
Fundación tuve la ocasión de entrevistar a Rosa Martín, exalumna y docente de varias
Escuelas-Taller en Aguilar de Campoo que, actualmente es maquetista de
Ornamentos Arquitectónicos, una pequeña empresa nacida en el seno de la
Fundación Santa María la Real. Un taller de maquetas que en la actualidad
cuenta con más de seiscientas referencias la mayoría de ellas reproducen elementos
del patrimonio nacional, pero también de países vecinos como Francia.
La
formación era clave
A
lo largo de la conversación con Martín, recordando sus años como docente explicaba
la precaria situación académica con la que llegaba el alumnado. Sin embargo, al
finalizar su periodo de formación en la Escuela-Taller se marchaban con el
Graduado Escolar. En seis años, más de cien alumnos se lo pudieron sacar allí
mismo, comentaba Martín. A este respecto, Jaime Nuño me explicó recordando su
época como director de Escuelas-Taller en Aguilar de Campoo, que la formación era
clave. En su caso, tenía que ser ejemplarizante porque “las formas son
importantes”: el respeto, la calidad de la enseñanza, la implicación de todo el
personal, la responsabilidad, la puntualidad, etc. Por mi experiencia en este
programa, coincido totalmente con sus palabras porque es cierto que muchos jóvenes,
mujeres y hombres, han concluido sus estudios básicos y otros han encontrado su
primer empleo gracias a la Escuela-Taller en la que han participado como alumnado.
La
visita a Aguilar de Campoo ha sido muy gratificante e instructiva. Una parte de
ella repasando documentación me encontré con unas declaraciones de José María
Pérez (Peridis), artífice de las Escuelas-Taller, que afirmaba: “Lo
revolucionario de este programa radica en que la enseñanza es circular, todos
forman a todos. Los artesanos enseñan a los chicos y a los titulados -jóvenes
parados de entre 16 y 25 años- a trabajar la piedra, la madera, el hierro y el
ladrillo… y entre todos se rehabilita un patrimonio social.” (El País 1986)
Como
explica Peridis, en su libro Hasta una ruina puede ser una esperanza
(2017) podemos encontrar un ejemplo de ruina y de esperanza visitando el Monasterio
de Santa María de la Real, y comprobar el enorme trabajo que allí realizaron
las Escuelas-Taller.
Si
las Escuelas-Taller fueron un salvavidas para los jóvenes y para nuestro
Patrimonio Histórico, también pueden serlo para nuestros jóvenes de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario