Joke J. Hermsen (2019), en su libro La melancolía en
tiempos de incertidumbre, muestra un párrafo que precisa escribir y
reflexionar: “nunca antes en la historia habíamos disfrutado de tanta prosperidad
en el mundo occidental, y a pesar de ello, lo que predomina es un sentimiento
cada vez más intenso de inquietud e insatisfacción que parece motivado por el
miedo.” Se vive en un estado de ansiedad constante, con la sensación de que en
algún momento vamos a perder algo, una sensación de incertidumbre económica
(subida de los precios, pérdida de poder adquisitivo, de empleo…); crisis
climática (elevación de la temperatura, escasez de agua… desertización);
incluso hasta de amenaza de guerra. Por otra parte, hay una constante
persecución de la prosperidad que llega a un profundo cansancio, angustia y culmina
con un sentimiento depresivo. La pandemia del COVID-19 ha potenciado la
fragilidad mental. Según la Organización Mundial de la Salud, los trastornos
depresivos graves y de ansiedad han aumentado un 25 por ciento, y la Asociación
Española de Pediatría alertaba recientemente del incremento de los casos de
depresión, ansiedad y alteraciones de la conducta alimentaria en niños. Las
previsiones a corto plazo es que la depresión será una de las enfermedades más
comunes.
Las cifras de suicidios
en nuestro país, según el Observatorio del Suicido, en 2021, (datos publicados
por el INE el 19 de diciembre de 2022) indican que han fallecido por
suicidio 4.003 personas en España, una media de 11 personas al día; un 75%
de ellas varones (2.982) y un 25% mujeres (1.021). Así, 2021 se convierte en el
año con más suicidios registrados en la historia de España desde que se tienen
datos (año 1906). El Consejo General de la Psicología de España, “sitúa
nuevamente este grave problema de salud pública como la principal causa de
muerte externa en nuestro país.” Aunque son provisionales, dejan entrever cómo
esta tendencia ascendente registrada el pasado año se ha venido
manteniendo: entre enero y junio de 2022, se contabilizan ya 2.015
fallecimientos. España no posee ningún plan o estrategia específica estatal
para la prevención del suicidio, tal y como indica el Observatorio ¿Es o no
para preocuparse?
Los datos a nivel mundial
siguiendo a Hermsen son estremecedores: alrededor de cuatrocientos millones de
personas en el mundo padecen trastornos de ansiedad y estados de ánimo
sombríos, “los cuales se combaten con cantidades industriales de
antidepresivos. En los últimos veinticinco años se ha multiplicado por cuatro
el consumo de este tipo de medicamento.” Unos antidepresivos que modifican los
niveles de neurotransmisores como la serotonina o la noradrenalina, que se
encuentran en niveles demasiado bajos. Sin embargo, su efectividad sigue sin
estar demostrada para formas de depresión más leves. ¿Quién se está
beneficiando? Sin ningún género de duda las grandes multinacionales
farmacéuticas.
La ansiedad y la
depresión están relacionados con el miedo, que aísla, alimenta sentimientos de
impotencia y favorece los estados de ánimo depresivos. De manera que se entra
en un bucle ansiedad, depresión y miedo. Sembrar miedo, comenta Hermsen, “es
una empresa peligrosa, pero también una herramienta política de eficacia
probada para manipular a las personas y hacer que obedezcan.” El sujeto deprimido,
en opinión de Hermsen, no encaja en el ideal impuesto por el
neoliberalismo del Homo economicus exultante que vive para su trabajo.
En Reflexiones sobre
el problema del amor de Salomé Lou (1900), explica la autora que, gracias
al amor, debido a su efecto de olvido de uno mismo nos aproxima mucho a la
supresión del ego, y nos proporciona conocimiento del otro, anulando la
sensación de soledad y abandono. También nos reconcilia con la muerte y nos
permite experimentar la riqueza sin límites de nuestro interior. Se podría
afirmar, siguiendo a Salomé, que “el amor es uno de los medios más eficaces
para evitar que nuestros sentimientos melancólicos se transformen en una
depresión u otros trastornos psíquicos.”
Un siglo XXI plagado con
una auténtica epidemia de depresiones vale la pena reflexionar sobre estos
contenidos. Es necesario, por tanto, como propone Hermsen, que nos apoyemos
más en el dialogo y la atención personalizada, y menos en las pastillas. El
“problema” es que el dialogo y la atención requiere tiempo, un recurso cada vez
más escaso en los servicios de psiquiatría o psicología, por ejemplo. En mi
opinión la apuesta por la sanidad pública tiene que ser total.
Edith Hall (2022) en su
libro La senda de Aristóteles, afirma que “nuestra civilización vive obsesionada
con el trabajo.” Aristóteles, nos recuerda que solo en las horas libres es “cuando
puede realizarse plenamente el potencial humano”. En torno a ello, hay una
reflexión interesante de Hall que nos muestra como en esa frenética búsqueda de
la “superabundancia de productos básicos, la humanidad ha olvidado por completo
la razón y el propósito de la vida, e incluso ha comenzado a inventar nuevas
necesidades para justificar la cantidad desproporcionada de tiempo dedicado al
trabajo fabricando productos innecesarios.” Por su parte, Thoreau, sostiene que
“el buen uso del ocio en una sociedad ideal sería el objetivo principal de la
educación, y su enfoque no podía ser más moderno”. En respuesta a Thoreau, Hall
le indica que “la falta de preparación para emplear el tiempo libre es la
adición al trabajo, un síndrome que se puso en evidencia tras la Segunda Guerra
Mundial.”
Me parece muy bien que, en nuestro país, por fin, se esté experimentando en la reducción de las 40 horas semanales y en su lugar sean 32 con el mismo salario. Dedicamos muchas horas a trabajar y pocas horas a nuestros seres queridos y a nosotros mismos. No obstante, debemos tener en cuenta el comentario que hace Victoria Camps en su libro Virtudes públicas: La reducción del tiempo de trabajo no es un objetivo emancipador si no va unida a la reducción de la esfera de actividades económicas y mercantiles en provecho de una expansión de la esfera de las actividade desarrolladas por sí mismas, por gusto, placer, vocación, pasión, amor.
Es
necesario un debate en profundidad sobre el tema, ¿no creen?
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