EL PUNTO DE PARTIDA
El consejo europeo de Lisboa de marzo de 2000 reconoció la importante función de la educación, como elemento integrante de las políticas económicas y sociales. Y señalaban a la formación profesional de alta calidad como un elemento integrante dentro de esta estrategia. La ampliación de la unión europea abre una nueva dimensión y desafíos, oportunidades y requisitos al mismo tiempo en el ámbito de la enseñanza y la formación, según la declaración de Copenhague en noviembre de 2002. El punto de partida podemos situarlo en los gremios del siglo XII, asociaciones que reunían a quienes trabajaban en la misma profesión u oficio dentro de una ciudad o villa. Los gremios desempeñaron una función política y económica de gran importancia. Sin entrar en detalles, señalamos que bajo el sistema gremial se estableció una jerarquía estricta por toda Europa: Aprendices, oficiales, maestros. El título de maestro es la única prueba escrita de competencia profesional, mientras que los “certificados de aprendizaje”, confirmaban haber aprobado la primera fase formativa. Los aprendices tenían que someterse a un periodo de prueba de varias semanas de duración. Las familias pagaban una tasa al maestro por la comida y el alojamiento de aprendices. El aprendizaje duraba generalmente entre dos y cuatro años o incluso mas en algunas profesiones muy especializadas. El periodo de aprendizaje finalizaba con un examen. Los aprendices vivían y trabajan con las familias de sus maestros. Ayudaban desde el amanecer hasta el ocaso en el taller y realizaban la mayoría de las labores pesadas. A través de la observación y con tiempo de por medio, estos aprendices y siempre bajo al estricta supervisión de los oficiales, terminaban aprendiendo las competencias básicas de la profesión.
El consejo europeo de Lisboa de marzo de 2000 reconoció la importante función de la educación, como elemento integrante de las políticas económicas y sociales. Y señalaban a la formación profesional de alta calidad como un elemento integrante dentro de esta estrategia. La ampliación de la unión europea abre una nueva dimensión y desafíos, oportunidades y requisitos al mismo tiempo en el ámbito de la enseñanza y la formación, según la declaración de Copenhague en noviembre de 2002. El punto de partida podemos situarlo en los gremios del siglo XII, asociaciones que reunían a quienes trabajaban en la misma profesión u oficio dentro de una ciudad o villa. Los gremios desempeñaron una función política y económica de gran importancia. Sin entrar en detalles, señalamos que bajo el sistema gremial se estableció una jerarquía estricta por toda Europa: Aprendices, oficiales, maestros. El título de maestro es la única prueba escrita de competencia profesional, mientras que los “certificados de aprendizaje”, confirmaban haber aprobado la primera fase formativa. Los aprendices tenían que someterse a un periodo de prueba de varias semanas de duración. Las familias pagaban una tasa al maestro por la comida y el alojamiento de aprendices. El aprendizaje duraba generalmente entre dos y cuatro años o incluso mas en algunas profesiones muy especializadas. El periodo de aprendizaje finalizaba con un examen. Los aprendices vivían y trabajan con las familias de sus maestros. Ayudaban desde el amanecer hasta el ocaso en el taller y realizaban la mayoría de las labores pesadas. A través de la observación y con tiempo de por medio, estos aprendices y siempre bajo al estricta supervisión de los oficiales, terminaban aprendiendo las competencias básicas de la profesión.
Además de las destrezas propias del oficio se incluía la diligencia, la obediencia incondicional y su subordinación a las reglas vigentes en el gremio. En los siglos XVIII y XIX el sistema gremial perdió gran parte de su importancia en Europa. La doctrina económica liberal, consideraba el sistema tradicional de los gremios un obstáculo a la competición sin trabas y una rémora al libre comercio.
El tema es interesante. ¿Donde está la clave de la transición?
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