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viernes, 13 de abril de 2007

Nuevos modelos de participación


Esta baja participación no se veía refrendada por los resultados obtenidos en la consulta realizada a los jóvenes, en el ámbito europeo, con motivo de la elaboración del Libro Blanco de la Comisión de las Comunidades Europeas "Un nuevo impulso para la juventud europea" adoptado en el 2001. En ella, los/las jóvenes se consideran unos ciudadanos responsables y desean estar más asociados a la vida de la comunidad y pronunciarse sobre temas muy variados, transmiten su voluntad para participar activamente en la sociedad en la que viven, pero piensan que no se les proporciona ni los medios, ni los recursos adecuados para desempeñar un papel más activo. Por otra parte, constatamos, estos últimos años el surgimiento de nuevos modelos de participación: movimientos sociales, plataformas reivindicativas en torno a problemáticas concretas (guerra de Irak, movimientos antiglobalización, ecologistas, plataformas antiterroristas etc.) lo que nos viene a demostrar que los jóvenes sí tienen inquietudes, participan y se organizan. Pero, tal vez se alejen de los modelos tradicionales de participación, organizadas jerárquicamente y percibidas como burocratizadas.

1 comentario:

  1. Mario Esteban Ruiz. Presidente del CJE dijo...
    PARTICIPACIÓN?

    Una sencilla búsqueda en uno de los buscadores más potentes de Internet basta para comprobar que la participación juvenil genera noticias, concretamente 1.227 entradas en la sección de noticias de Google un día cualquiera de febrero. Pero la participación juvenil reflejada en estas noticias del espacio virtual (jóvenes que organizan ferias, ponen en marcha nuevos proyectos medioambientales, que reivindican la creación de nuevos equipamientos en sus municipios, etc.) no es noticia, nadie habla de ello, no es un tema de conversación en las tertulias de adultos, ni mucho menos forma parte de las preocupaciones que cada día las instituciones del sistema democrático se empeñan en situar – gracias a potentes departamentos de comunicación – en la portada de los medios de comunicación.

    Y el resultado de este fenómeno es un machacón discurso, repetido hasta la saciedad y que ha pasado a formar parte de la imagen social sobre las personas jóvenes: los jóvenes no participan porque están acomodados en una sociedad que les proporciona un exceso de bienestar.

    En todos los tópicos, y este es uno más, hay una parte de verdad, una parte de leyenda urbana y un elemento de necesaria reflexión crítica.


    LA VERDAD DE LA FALTA DE PARTICIPACIÓN JUVENIL

    Es cierto, las personas jóvenes participamos poco a través de los tradicionales mecanismos de participación ciudadana del sistema democrático. Votamos poco, no nos resulta atractivo acercarnos a las urnas una vez cada cuatro años para elegir a nuestros representantes o de vez en cuando para emitir una opinión (reducida a un sí o un no) sobre largas preguntas con poco significado para las cuestiones que constituyen una preocupación – más o menos consciente y más o menos explicitada – para las personas jóvenes.

    El artículo 9.2 de la Constitución Española establece que corresponde a los poderes públicos facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

    El mecanismo tradicional de las democracias representativas para garantizar este precepto constitucional son los procesos electorales y los referenda. Sin embargo, este mecanismo se encuentra con dos límites que hacen necesaria la (re)invención de nuevos mecanismos que profundicen en la capacidad de participación de la ciudadanía desde sus preocupaciones cotidianas como fundamento para su intervención en la vida pública.

    El primer límite lo constituye el hecho de que las consultas que se plantean los procesos electorales o de referenda son excesivamente puntuales, porque un voto en una urna no facilita la participación, entendida como intervención de la ciudadanía en la toma de decisiones, y no permite la participación en todos los aspectos de la sociedad, sino únicamente en la elección de representantes políticos.

    Por otro lado, las cuestiones sobre las que gira el debate político que mantienen las personas electas y representantes públicos no responden necesariamente a las preocupaciones expresadas en este caso por las personas jóvenes. El actual sistema de democracia representativa tiende a la generación de una agenda política que no siempre refleja la agenda social que está presente en la calle, en las organizaciones sociales.


    LA LEYENDA URBANA DE LA PARTICIPACIÓN JUVENIL

    Que las personas jóvenes no participan es paradójicamente una verdad y a la vez una leyenda urbana si nos fijamos en el protagonismo que adquieren las personas jóvenes en muchas de las movilizaciones que han ocupado a los medios de comunicación en los últimos años. Las movilizaciones contra guerra de Irak, la denuncia de la catástrofe ambiental del Prestige, las sentadas por una vivienda digna, las manifestaciones contra una reforma educativa de la que somos objetos, nunca sujetos, etc. Son, sin duda, hechos que demuestran que las personas jóvenes sí participamos, cuando nos sentimos protagonistas, cuando los mecanismos de participación no son propuestos por otros, sino inventados por nosotros mismos, cuando la participación genera “adrenalina” y hace que nos sintamos parte del cambio social.

    Y la leyenda urbana aún crece más si echamos una mirada a la participación más callada, más permanente, más sostenida, de aquellas organizaciones que además de participar en determinadas movilizaciones, trabajan desde lo cotidiano, en los barrios, las ciudades, y desde muchas perspectivas de intervención que van desde el empleo a la educación, pasando por los derechos de las personas jóvenes inmigrantes, la solidaridad, etc. En eso consiste el proceso de ser protagonistas, no sólo de los grandes momentos, sino de las pequeñas cosas cotidianas que transforman la sociedad.

    Pero esta última es una leyenda urbana menor, porque los índices de participación en el movimiento asociativo juvenil, expresión organizada de los jóvenes, existe pero es modesta, tanto como lo es la participación de los adultos.

    Y UNA REFLEXIÓN CRÍTICA


    Hay, pues, unos hechos constatados: las personas jóvenes se sienten poco atraídas por los mecanismos tradicionales de participación propios de los sistemas democráticos. Las personas jóvenes se movilizan de manera puntual en torno a las cuestiones que les preocupan. Las organizaciones juveniles tienen un enorme potencial movilizador de las personas jóvenes, ya que sintetizan y representan los intereses que estas (los y las jóvenes) y nosotros mismos (la juventud asociada) expresamos.

    Y sin embargo, este potencial movilizador se ve frenado por dos retos que el movimiento asociativo juvenil debe abordar con urgencia. Por un lado, que es necesario reinventar nuevas formas de participación interna con las que las personas jóvenes se sientan más identificadas, estableciendo mecanismos que les permitan “apropiarse” y compartir un proyecto puesto en marcha por otros. Y por otro lado, que es necesario que las organizaciones juveniles pongan en marcha estrategias que les permitan mejorar su visibilidad social y por lo tanto su capacidad de configurar una agenda social orientada a la transformación social.

    Partiendo de esta reflexión, el Consejo de la Juventud de España va a poner en marcha una Campaña que permita hacer visibles las actividades y los proyectos de las organizaciones juveniles, y para ello es necesario que estas salgan de sus locales y se acerquen a los espacios donde nos encontramos y nos reunimos la gente joven.

    Esta Campaña permitirá generar un efecto movilizador en torno a los temas que preocupan a las personas jóvenes y que configuran nuestra agenda social: el empleo digno, el ejercicio de nuestro derecho de ciudadanía, la diversidad, la cooperación y la paz, la defensa del medioambiente, el acceso a una vivienda y el derecho a la emancipación, una educación de calidad o la igualdad entre hombres y mujeres.

    Esta agenda debe producir una movilización social que incida en la configuración de la agenda política y mediática en materia de juventud y no al revés. La juventud reclamamos darle la vuelta al tópico sobre la apatía de los y las jóvenes y convertirlo en un tópico que refleje de manera positiva lo que representamos los y las jóvenes y que por supuesto tenga su parte de verdad y de leyenda urbana, claro

    1 de marzo de 2007 14:36

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