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jueves, 24 de abril de 2014

La participación ciudadana versus abstención electoral


Las pasadas elecciones en Francia han dado las tasas (37,86%) más altas de abstención en unas elecciones municipales durante toda la Quinta República. Según la agencia de investigación de mercados IPSOS esta abstención ha sido entre las poblaciones más jóvenes y aquellos electores que se declaraban simpatizantes de un partido de la izquierda parlamentaria. Unos datos para reflexionar.

El concepto participar, según la Guía Didáctica de Educación para la Participación (UNED), significa, en sentido estricto: Desarrollar una acción colectiva, y por tanto organizada en interés de terceros, orientada al bien común y a necesidades sociales. Cuando se cumplen estas condiciones, podemos hablar de participación social, un derecho de toda la ciudadanía, reconocido por la Constitución Española y factor fundamental de construcción de toda Cultura democrática.


El artículo 9.2 de la Constitución Española establece que corresponde a los poderes públicos facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social. El mecanismo tradicional de las democracias participativas son los procesos electorales y los referéndums. Mecanismos que se encuentran frente a una necesaria reinvención de nuevos componentes que profundicen en la capacidad de participación de la ciudadanía, pues los representantes públicos no responden a las preocupaciones de los representados. 

Muchos de los estudios, incluidos los barómetros del CIS de los últimos años están confirmando que hay un descenso en la confianza institucional por parte del conjunto de la población y sobre todo hacia los políticos y sus partidos. Una desconfianza que se incrementa entre los jóvenes. En el último informe Juventud 2012 la valoración media sobre 10 puntos de los jóvenes entrevistados de una base de 824 puntuaba al Gobierno de la nación, Congreso, partidos y políticos por debajo de los 3 puntos. En una escala de 1 a 10 la confianza con los partidos políticos en el 2012 fue de 2,92 puntos frente a un 3,1 del año 2011 y si nos remontamos al 2008 de 3,8 puntos. Los partidos políticos son los peor valorados de entre el resto de las instituciones. No es extraño, por tanto, que el nivel de implicación directa de la población joven en la estructura partidista sea muy escasa con porcentaje del entorno al 1,8 % en España y del 1,5 % en el resto de la unión europea. Primer apunte.

En el último informe Juventud 2012 se señala que tan solo el 14 % de la población de entre 15 y 29 años participó en las manifestaciones originarias del 15M. En el citado informe se dice que el 21 % participó en convocatorias posteriores y sólo el 9,4 % acudió a las asambleas. No obstante, cabe señalar que más del 40 % de l@s jovenes muestran un elevado interés hacia las convocatorias y las movilizaciones, pues el 62% del colectivo considera positivas las actuaciones desarrolladas por este movimiento de indignados. Es otro dato que creo interesante reflexionar. Segundo apunte.

El descenso sobre el asociacionismo de los jóvenes desde el año 2000 hasta los últimos datos del Informe Juventud 2012 es notorio: Solo el 22 % de los jóvenes entrevistados manifiesta que pertenece a algún tipo de asociación, el 44 % nunca ha pertenecido y el 34 % ya no pertenece, siendo esta práctica superior en los varones (29%) frente a las mujeres (14%). La pertenencia a asociaciones de carácter cívico, político o de defensa de interés sociales es muy minoritaria, incluso en algunos de los tópicos del imaginario colectivo como asociaciones de carácter pacifista (0,6 %), ecologista y defensa de la naturaleza (1,3 %), defensa de derechos humanos (1,1 %) y las de carácter político un 1,3 % de los encuestados (fuentes del IJE 2012). Si comparamos estos datos con el informe elaborado en el 2004 se observa ha bajado más del cincuenta por ciento en pertenencia de un 3,4 % en el 2009 a un 1,3% en el 2012. Tercer apunte.

Es evidente que hay una notable pérdida de confianza, principal recurso moral de una sociedad, no digamos ya del mundo empresarial y del sistema bancario, incluidos los auditores y los controladores, señala la catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia Adela Cortina en su libro “¿Para qué sirve la Ética?.” Si queremos ganar músculo ético para evitar la carencia de confianza que va parejo a la escasa participación, hay que ir en contra de esa maldición que Adela Cortina denomina el cortoplacismo, relacionado con la pérdida de confianza. Todo o casi todo lo hacemos a corto plazo, la necesidad de tomar decisiones a corto plazo que apenas deja tiempo para la reflexión es uno de nuestros males. Una maldición elaborada a conciencia por la política neoconservadora. Como decía Sócrates, una vida sin reflexión no merece ser vivida y eso es lo esencial: no perder la capacidad de reflexionar para poder coger las riendas del futuro.

Por otra parte, el profesor de sociología y ciencias políticas de la Universidad de París, Ettori Rechi en su estudio, “La expansión de la educación superior y la participación política (…)” (2003) ya nos reveló que al inicio del siglo XXI el mundo juvenil volvía a ser el protagonista de la escena política. Desde las manifestaciones anti-globalización a los fórum sociales, desde las marchas pacifistas hasta las ocupaciones estudiantiles. En muchos países occidentales se vislumbran señales de un renovado fermento generacional. Sin embargo, Richi nos alertó que era mera impresión de novedad y efervescencia generada por estallidos emotivos de breve duración y que ha de ser valorada en un escenario a largo plazo. Desde sus palabras han transcurrido once años. 

Un torbellino de cambios y un descontento generalizado

Stéphane Hessel y Edgar Morin en su libro “El camino de la esperanza” (2012) decían entre otras que debemos tomar conciencia del momento dramático que vivimos como especie humana, de su ambivalencia, de los riesgos y peligros, pero también de las oportunidades. En este sentido y reforzando la idea de Stéphane y Edgar decía el Doctor en Ciencias Políticas y Sociología y autor de números libros, José Félix Tezanos en su conferencia sobre los “Retos y potencialidades del siglo XXI y las cuestiones prospectiva” que estamos viviendo una época de extraordinarios cambios, interesante, apasionante y que abarca un torbellino de cambios. La propia dinámica y rapidez de los cambios está generando una sensación de insuficiente consciencia. Casi no nos damos cuenta de los cambios, de lo que está sucediendo. Volvemos al cortoplacismo que señalaba Adela cortina. Cuarta reflexión. 

Ese descontento de la Juventud se manifiesta en un sentido de apatía, desinterés, creciente, apoyo a opciones políticas anti sistema y abstención. Pero, al mismo tiempo, como indica el profesor Joan Subirats (Universidad Autónoma de Barcelona) demandan otros procedimientos de participación, más allá de los propios de la democracia representativa. Efectivamente, ese planteamiento de insatisfacción es una realidad como indican las cifras del último informe Juventud 2012 donde se pone de manifiesto el bajo interés de nuestra juventud en participar en cuestiones sociales, sindicales y políticas. 

Continúo ahondando un poco más y poniendo el dedo en la llaga del problema. Me remito a lo que decía el Profesor Félix Tezanos en su conferencia citada anteriormente en relación a las asimetrías de poder. Este ámbito de riesgo es sumamente interesante. El poder lo tienen los grandes poderes económicos y los jóvenes (se puede extrapolar al resto de los ciudadanos) se preguntan de qué vale mi voto si los que van a decidir van a ser otros. Según la encuesta del mileniun Gallup Internacional (2000) en 60 países democráticos fueron encuestados sesenta mil personas (la encuesta más grande realizada en Sociología) los resultados que dieron fueron sorprendentes: Solo 1 de cada 10 encuestados en esos países creía que el parlamento de su país le representa.


Estamos ante un problema de crisis de desarticulación y alineación política, una mayoría de la población no cree en su régimen político. Los datos empíricos indican que hay confianza en la democracia, pero cada vez vota menos gente. Hay un problema –como señala Félix Tezanos- de asimetría de poder. Aquellos que piensan que no tienen poder, no participan y beneficia a los que tienen poder que llegan a tener más poder. Quinta reflexión


Algunas de las alternativas para poner remedio a lo que venimos comentando sería: modificar los sistemas tradicionales de representación, mejorar los canales de comunicación entre los representados y representantes, establecer un ámbito de consulta, concertación con asociaciones y grupos; así como poner en marcha instrumentos de democracia directa o de participación en las decisiones del conjunto de ciudadanos. Es preciso abrir nuevas vías de participación que permitan la intervención del conjunto de los ciudadanos en los asuntos públicos.

Habrá que demostrar que la participación y la eficiencia son complementarias, contra los que piensan lo contrario. Hay que perder los miedos y abrir los debates a la ciudadanía, discutir y compartir costes, beneficios, alternativas y soluciones. También habrá que buscar nuevos instrumentos, vías o recursos de participación aprendiendo de las buenas prácticas. En este sentido, el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación están abriendo nuevas vías de participación, debe ser una herramienta al uso y no un mero escaparate propagandístico. Ahora bien, no caigamos por el mero hecho de utilizarlas sin más ni en el cortoplacismo (Adela Cortina) ni en el exceso de improvisación (Félix Tezanos).

Si no se pone remedio, no se extrañen si entre los resultados de las elecciones destaca la abstención frente a la participación. El actual sistema de democracia representativa tiende a la generación de una agenda política que no siempre refleja la agenda social que está presente en la calle y en las organizaciones.

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